El tesoro perdido

El desencuentro entre la verdad y el dolor,

entre lo que un día fue quietud y calma,

amor desbordado y dionisíaco;

ahora,

solo habita

entre el olvido y el cambio. 


El agradecimiento hincha los globos que sujetan las palabras,

que el viento subirá,

hacia lo alto de esta despedida. 

Que luego estallen en mil pedazos como la pólvora que sostuvo

con la misma fuerza,

tus manos a mis cachetes

para darme un beso largo. 


Hay días en que me aferro

como un perro a un viejo hueso;

otros días, 

en cambio,

le pido a las aves que se lleven todo en su vuelo, en su pico. 


El tesoro que recolectamos 

en todas nuestras travesías,

no fue dividido en partes iguales;

no pude quedarme con las piedras más bonitas,

tú te llevaste lo mejor.


El barco ya no puede ser una opción para elegir quién me acompañe,

tampoco la sonrisa,

ni mucho menos la palabra. 

No importan las opciones, a mi lado siempre están los más cobardes;

y para los grandes tesoros – he aprendido –,

necesito más que un beso. 

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